EL INTERÉS COMPUESTO: ¡ÚSALO PARA BIEN!

Hubo una vez un sabio al que su rey le dijo que podía pedirle lo que quisiera. El sabio le pidió lo siguiente:
“ Ordenad que me entreguen un grano de trigo por la primera casilla del tablero de ajedrez, por la segunda que me den dos granos, por la tercera cuatro, ocho por la cuarta, por la quinta dieciséis, por la sexta treinta y dos…” Y así, por cada casilla doble cantidad de la casilla precedente, hasta completar las 64 casillas del tablero de ajedrez.”
El rey accedió, pensando que aquel hombre era tonto, por haber desaprovechado la ocasión de solicitar una recompensa mayor. Pero claro, a la séptima casilla ya iban 64 granos, a la séptima 128, a la octava 256, a la novena 512, a la décima 1.024…al rey comenzaba formársele un nudo en la garganta. Al final, la cantidad total fueron 18.446.744.073.709.551.665 granos de trigo, vaciando prácticamente las reservas del país.
¿A qué viene este cuento? Bueno, así es como funciona el interés compuesto, con incrementos exponenciales, que se van multiplicando con el paso del tiempo. Esto puede jugar a nuestro favor en inversiones como la bolsa, fondo… El problema, es que también jugará en nuestra contra cuando dejemos de pagar ciertos productos, como por ejemplo las famosas “tarjetas revolving”, o productos similares, por habernos endeudado tontamente en productos de consumo que no necesitamos.
Conclusión ¡Ojo a la letra pequeña de los productos que contratemos! Y especialmente a estas tarjetas de compras que nos intentan colocar con calzador, recuerda la siguiente regla: el peligro de un producto financiero es directamente proporcional a la pasión con la que el empleado intenta colocártelo.